Discurso del Embajador Romain Nadal en conmemoración de la declaración de la UNESCO sobre el alpinismo como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
Discurso del Embajador Romain Nadal en conmemoración de la declaración de la UNESCO sobre el alpinismo como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. 7 marzo 2020, Asociación Cultural Humboldt.
Estimado Ramón Blanco, el primero en implantar la bandera venezolana en el Himalaya, y poseedor del Récord Guinness como la persona de mayor edad en alcanzar las 7 cumbres,
Estimados directores del centro de aventura Ascenso, organizadores de este acto,
Estimados montañistas y panelistas Alberto Camardiel, Doctora Flor Boscán, Alfredo Autiero, Marcus Tobía, Martín Echevarría,
Estimado Fabián Hayoz, jefe de misión adjunto de la embajada de la Confederación Helvética Suiza,
Estimados montañistas y escaladores,
Estimados amigos,
Primeramente permítanme agradecerles inmensamente el haberme invitado a dirigirles esta mañana unas palabras.
Cuando supe el tema de este acto, el montañismo, pensé que existían dos posibles razones para ser merecedor de esta invitación:
la primera de ellas, mi conocida pasión por las excursiones en el Parque Nacional El Ávila y mi fascinación por esta montaña mágica que rodea esta sublime ciudad de Caracas,
y la segunda, que ustedes piensan que ser embajador en Venezuela, es un poco ejercer un montañismo diplomático cotidiano…
¡Como buen diplomático, no puedo escoger particularmente ninguna de estas dos motivaciones!
Me complace entonces compartir con todos ustedes esta sábado por la mañana pues estimo que los valores del montañismo están en plena sintonía con el mundo de hoy. El montañismo no es un mero deporte, es una escuela de esfuerzo, de modestia, de solidaridad, de valor y de voluntad. En el mundo de hoy, continuamente debemos saber aprender a dominar el riesgo, habituarnos a la frugalidad, adaptarnos a un medioambiente susceptible de cambiar en todo momento, dar prueba de resiliencia ante la fatiga y el dolor. La eficacia y el desempeño, alcanzar la cumbre, la mejor forma para alcanzarla, pues todos estos son principios perfectamente aplicables a muchas otras actividades humanas.
La principal enseñanza que nos deja el montañismo, es que se puede uno desplazar en la montaña con muy pocos implementos pero siempre con precaución y respeto, adaptándose a la naturaleza, y sin degradarla. Las lecciones que nos brinda el montañismo son de gran actualidad pues el mundo requiere que nos readaptamos a vivir de manera simple. Tomamos el espacio que nos brinda la montaña, pero sin llegar a invadirlo ni a contaminarlo. Estos son los valores que yo trato de aplicar igualmente en mi ejercicio de la diplomacia.
Es sin duda gracias a este compendio de valores que el montañismo se ha hecho merecedor de su inscripción en la lista del patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO, como lo acordara el Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial en su décimo cuarta (14°) sesión, celebrada en Bogotá, el pasado 11 de diciembre de 2019. Francia fue uno de los promotores de esta candidatura transnacional a favor de la susodicha inscripción junto a otros países poseedores de una gran tradición de montañismo, como lo son Italia y Suiza.
Siendo un ejercicio físico tradicional, el montañismo se caracteriza por ser asimismo una cultura mundial compartida, un arte hecho de conocimientos nacidos de la historia de su práctica, de los valores a él asociados así como de su saber-hacer (dominio de las técnicas de escalada, uso del material). Requiere la indispensable adquisición de diversos conocimientos en torno al medio donde se ejerce el ejercicio, un espacio natural que no ha sido tratado por el hombre, sobre las cambiantes condiciones climáticas, así como acerca de la apreciación de factores físicos aleatorios. La cultura del montañismo se apoya también en unos referentes estéticos ligados a la belleza de los itinerarios y a la práctica misma de la escalada, implica además unos principios éticos: el compromiso personal, una economía de recursos, el nunca dejar residuos tras de sí, una toma de riesgos mesurada y la obligación de ayudarse y socorrerse unos a otros en la práctica de este ejercicio.
El montañismo reposa sobre formas de sociabilidad compartida. El ambiente de los refugios permite a los montañistas intercambiar sus experiencias al caer la noche compartiendo los relatos de la jornada. “El espíritu de la cordada”, lazo físico fundamental en el imaginario de los montañistas, materializa el espíritu de solidaridad inquebrantable que exige de los colegas de escalada una gran comprensión mutua y un constante compartir de las responsabilidades.
La práctica del montañismo es ajena al espíritu de cualquier competencia estructurada. En Francia, Italia y Suiza la comunidad de montañistas está conformada por aficionados, formadores federados y profesionales, y se estima en el conjunto de estos tres países un aproximado de 700.000 practicantes (de los cuales unos 5000 son guías). Sé que en Venezuela existen también cada vez más apasionados del montañismo y deseo por su intermedio saludarlos a todos el día de hoy.
Gracias a la movilización de todos los amantes de la escalada del mundo entero, la UNESCO decidió el otorgamiento de dicha clasificación y la valorización de ese enfoque deliberadamente cultural y patrimonial del montañismo y de los valores de esta muy extendida práctica deportiva.
Dicho enfoque surgió en las organizaciones de montañistas, como lo son los clubs nacionales alpinos (Federación Francesa de Clubs Alpinos y de Montaña-FFCAM, Club Alpino Suizo, Club Alpino Italiano) y en las asociaciones de guías nacionales (Asociación Suiza de Guías de Montaña, Sindicato Nacional de Guías de Montaña, Collegio nazionale delle guide alpine italiane).
Las ciudades de Chamonix (Francia) y Courmayeur (Italia) y el cantón de Valais (Suiza) los secundaron directamente, con la colaboración científica de la Universidad de Ginebra. El Comité Intergubernamental felicitó a Francia, Italia y Suiza por haber preparado un expediente multinacional de alta calidad, lo que testimonia una activa cooperación entre las comunidades cara a la preparación de la candidatura, así como también para la salvaguarda de esta actividad y esto subraya la importancia del conocimiento tradicional sobre la naturaleza y el universo, y nos brinda un buen ejemplo de lo que es una relación duradera entre los seres humanos y su entorno.
Osando salir de las redes pautadas que la sociedad teje por doquier, el montañismo nos abre un espacio de libertad, que conlleva el riesgo como contraparte, esto es, la opción de exponernos a un cierto nivel de peligro. El montañismo, escribió el intelectual francés Pierre Bourdieu, "ofrece un medio para obtener, al menor costo económico, el máximo de distinción, distancia, altura, elevación espiritual, a través del sentimiento de dominar el propio cuerpo y una naturaleza inaccesible al común de las gentes".
En el dossier presentado a la Unesco, los Estados se comprometen a respetar el principio del libre acceso a las altas montañas para los montañistas.
La Unesco, una de cuyas cláusulas es que las prácticas registradas deben promover el diálogo intercultural, propone un sistema de "candidatura de agregación", permitiendo que otros Estados además de Francia, Suiza e Italia, vengan a enriquecer este primer expediente ya presentado y reconocido en la Unesco. Uno de los criterios de elegibilidad es el hecho que la actividad ya esté incluida en el inventario nacional del patrimonio cultural inmaterial del país en cuestión. No obstante, las candidaturas solo pueden extenderse a aquellos Estados que hayan previamente ratificado este convenio de la Unesco de 2003. Confío entonces que Venezuela, una de cuyas mayores y magníficas identidades es Andina, pueda participar en esta dinámica y ser parte de esta comunidad en el seno de la UNESCO.
Queridos amigos, la montaña es asimismo parte del patrimonio compartido por venezolanos y franceses. La cultura del montañismo fundamentada en la belleza de las rutas, en el respeto por la naturaleza y la contemplación de los paisajes también nos une.
Así pues cuenten conmigo para dar a conocer y amar las montañas de Venezuela.
Romain Nadal
Embajador de Francia en Venezuela